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Tierra desde la órbita baja

Las imágenes de la ESS (Estación Espacial Internacional), satélite artificial habitable en órbita baja de la Tierra.


NASA / Astronaut Ron Garan

La Tierra desde órbita baja de EEI

Las imágenes de la EEI (Estación Espacial Internacional), satélite artificial habitable en órbita baja de la Tierra.
Autor: André Kuipers, un médico holandés y astronauta de la ESA.

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Las nubes desde las estaciones espaciales

Carpe noctem


Imágenes de NASA

PLANETAS EXTRASOLARES

Más allá del Sistema Solar existen otros planetas. El primero se descubrió en 1992, orbitando una estrella de neutrones. 20 años después, se está por llegar a los 1000 planetas extrasolares confirmados.

Los planetas extrasolares o exoplanetas, son catalogados en cinco bases de datos, y cuatro de ellas tienen más de 900 confirmados, dos de ellas con 986 a la fecha de hoy.

Es un gran avance desde aquel primer descubrimiento de dos planetas con una masa parecida a la de la Tierra orbitando la estrella PSR B1257+12, a mil años luz de la Tierra. El primero circulando una estrella normal fue confirmado en 1995.

Primera imagen directa confirmada de un planeta extrasolar. La toma, reproducida aquí en falso color, fue captada en el infrarrojo por el Very Large Telescope. El cuerpo central (azul) es la enana marrón 2M1207. Tiene un compañero de masa planetaria (rojo), 2M1207b.

Primera imagen directa confirmada de un planeta extrasolar. La toma, reproducida aquí en falso color, fue captada en el infrarrojo por el Very Large Telescope. El cuerpo central (azul) es la enana marrón 2M1207. Tiene un compañero de masa planetaria (rojo), 2M1207b.

EXOPLANETAS CONFIRMADOS

Uno de los grandes héroes buscadores de exoplanetas es el telescopio espacial Kepler, de la NASA, que ha identificado 3588 candidatos hasta la fecha, de los cuales hasta ahora sólo se han confirmado 151.

La confirmación viene de un trabajo menos robótico y automático, se vale de los ojos entrenados de los astrónomos, que no miran ya por un telescopio, sino analizando los datos recabados por el satélite-telescopio de la NASA.

Por ahora no viene errando en sus selecciones previas, así que los científicos de la NASA creen que se terminarán confirmando el 90 por ciento de esos planetas extrasolares identificados por Kepler.

Puede parecer mucho, 1000 planetas más allá de nuestro Sistema Solar, pero apenas si es un granillo de arena en la Vía Láctea, nuestra galaxia.

Kepler, por ejemplo, viene estudiando tan sólo un pequeño pedazo de cielo, y sólo detecta los planetas que cruzan por sobre la superficie de su estrella desde la perspectiva de este satélite-telescopio.

BASE DE DATOS DE PLANETAS EXTRASOLARES

Los expertos han estimado que pueden llegar a haber 160 mil millones de planetas tan sólo en la Vía Láctea. Obviamente, hablamos de planetas de los que muy poco se sabe, por lo que no es que se trate de mundos similares al nuestro. Poder descubrir eso es todavía más difícil, con la tecnología actual. Según las diferentes bases de datos, estos son los exoplanetas confirmados:        

ENCICLOPEDIA DE PLANETAS EXTRASOLARES       986 confirmados                             

CATALOGO DE EXOPLANETAS                                   986 confirmados.

NASA EXOPLANET ARCHIVE                                       905 confirmados.

EXOPLANET ORBIT  DATABASE                                 732 confirmados.

OPEN EXOPLANET CATALOG                                     948 confirmados.

Otros estudios calcularon que los “planetas errantes”, aquellos que no han sido atrapados por estrella alguna, pueden llegar a superar a los “normales” por un 50 por ciento. Pero el próximo paso es mejorar el conocimiento sobre estos planetas extra solares, que no sean sólo números, sino que se los llegue a comprender.

Se han descubierto exoplanetas tan livianos y aireados como el polietileno, por ejemplo, y otros tan densos como el hierro. Otros que parecen estar orbitando a su estrella en la llamada Zona Habitable, que es la distancia ideal en la cual podrían soportar la existencia de agua líquida, y por ende la vida como la conocemos aquí en la Tierra.

Pero, claro, el premio mayor es encontrar otra Tierra. Kepler fue diseñado para determinar qué tan comunes son los planetas como el nuestro en la Vía Láctea. Para ello primero deben identificar y confirmar miles de planetas, y luego dedicarse a estudiarlos para poder conocer lo máximo que se pueda de sus características.

Fuente: www.astronomia.com

Hallan el primer planeta rocoso del tamaño de la Tierra fuera del Sistema Solar

Kepler-78b, situado a unos 700 años luz, tiene similitudes con nuestro mundo, pero orbita su estrella tan cerca – su año dura tan solo unas pocas horas – que, en realidad, es un auténtico infierno

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Un equipo de astrónomos ha descubierto fuera del Sistema Solar, a unos 700 años luz en la constelación del Cisne, el primer planeta del tamaño de la Tierra que tiene una composición rocosa, como la de nuestro mundo. No solo eso, sino que además posee una masa muy similar. Pero hasta aquí llegan las similitudes, porque este exoplaneta, llamado Kepler-78b, orbita una estrella similar al Sol tan cerca -un año dura muy poco, el tiempo de una jornada laboral, apenas 8,5 horas-, que es demasiado caliente como para albergar vida. Los resultados se publican en dos estudios independientes en la revista, Nature, dirigidos por científicos de la Universidad de Hawaii en Manoa, Honolulu, y la Universidad de Ginebra en Suiza.

Este nuevo mundo fue descubierto por el telescopio espacial Kepler de la NASA mediante la técnica del tránsito, que detecta un planeta cuando pasa cada cierto tiempo por delante de su estrella, bloqueando una pequeña fracción de su luz, como si fuera un mini eclipse. Es un método muy utilizado en la «caza» de planetas extrasolares. Después, un amplio equipo de científicos de diferentes centros y observatorios pudo comprobar que Kepler-78b guarda significativas similitudes con la Tierra.

Y es que no solo tiene un tamaño casi idéntico al de nuestro planeta -su radio es 1,2 veces el nuestro-, sino que su masa, comprobada por un método de velocidad radial, también es similar, aproximadamente 1,7 veces, y su densidad, muy parecida, entre 5,3 y 5,57 gramos por centímetro cúbico -la de la Tierra es 5,5-, lo que sugiere que también está hecho principalmente de roca y hierro. «Cuando uno tiene el tamaño y la masa de un objeto, se puede calcular su densidad, y por lo tanto determinar su composición», explica Andrew Howard, de la Universidad de Hawái, autor principal de uno de los artículos.

Además, este mundo es miembro de una nueva clase de planetas de períodos ultracortos recientemente identificados por la nave espacial Kepler y que orbitan sus estrellas en menos de 12 horas. También son pequeños, aproximadamente de uno a dos veces el tamaño de la Tierra. Kepler-78b es el primer planeta en esta nueva clase al que ha podido medirse su masa. Para los científicos, resulta un misterio cómo se formaron estos planetas tan cerca de sus estrellas (solo un 1% de la separación Tierra-Sol en el caso de Kepler- 78b).

Un infierno

Kepler-78b es, en términos de masa, radio y densidad, el planeta más similar a la Tierra de todos en los que han podido medirse esos parámetros, pero no es en absoluto un buen candidato para encontrar vida más allá. Su cercanía a su estrella lo convierte en un infierno donde sería imposible encontrar ningún organismo vivo, ya que su temperatura es «al menos 2.000 grados más elevada», dice Josh Winn, científico del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) que ha participado en el estudio.

En cuanto a su estrella, algo más pequeña y ligera que el Sol, realiza una rotación completa cada 12,5 días. Su velocidad es de 1,5 metros por segundo, cerca de la velocidad de una caminata a paso ligero. «La estrella se está moviendo a la misma velocidad que cuando vamos a la escuela o de compras», dice Roberto Sanchís – Ojeda, del MIT. «La diferencia es que esta estrella se encuentra a 700 años luz de distancia, así que imagine lo complicado que es medir tales velocidades desde tan lejos».

Los científicos dicen que seguirán averiguando más acerca de Kepler-78b, como las características de su superficie y composición atmosférica, un logro que esperan realizar pronto.

Fuente ABC.es

Coma afecta el Sol al clima

El Sol es la fuente de energía de toda la vida en la Tierra. La mayor parte de la energía solar llega a la Tierra en forma de luz y calor. El clima depende del modo en que esta energía se reparte entre la atmósfera y la superficie terrestre. El clima es más cálido donde llega más energía a la superficie, y más frío donde menos.

jRKkTB5zJcALa atmósfera de la Tierra es densa, y una buena parte de la energía solar se pierde al atravesarla. La atmósfera impide que los rayos más dañinos lleguen a la superficie (rayos X, gamma y buena parte de los rayos ultravioleta).

Los gases y las partículas de polvo de la atmósfera hacen que una pequeña parte de la energía se disperse antes de llegar al suelo. Esta dispersión de la luz es la que produce el color azul del cielo. Otra parte es absorbida por el vapor de agua o reflejada por nubes y océanos. La cantidad de energía solar que alcanza la superficie puede ser 4 veces mayor en un día despejado que en un día muy nublado.

La cantidad de energía que absorbe la superficie depende de la latitud, ya que el ángulo en que llega la luz varía. Sobre el ecuador la luz entra en línea recta, por lo que absorbe más calor y el clima es cálido. Cuanto más nos alejamos del ecuador, la luz llega en un ángulo más cerrado, atraviesa más atmósfera, se pierde más energía y el clima es más frío. En las zonas cercanas a los polos, sólo el 5% del calor llega a la superficie.

Estas variaciones provocan cambios de presión en la atmósfera y forman las corrientes de viento. Las corrientes de viento se unen a las oceánicas y producen fenómenos como El Niño, los monzones, huracanes, etc.

El ángulo en que llega la luz varía en cada época del año. Se debe a que la Tierra gira sobre un eje inclinado a la vez que orbita alrededor del Sol. Por tanto, la cantidad de energía solar que se recibe en cada época del año es distinta y se crean las estaciones.

Los ciclos solares también afectan al clima de la Tierra. Hay relación entre la cantidad de manchas solares y períodos de largas sequías o inundaciones. También varía la cantidad de radiación que llega a la superficie. Entre los siglos XVI y XVIII hubo un enfriamiento conocido como la Pequeña Edad de Hielo, coincidiendo con un período en el que apenas hubo manchas solares. Actualmente la actividad solar es muy alta, y se estudia si podría tener relación con el cambio climático.

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El Sol en período de máxima actividad

Actividad solar a finales de octubre

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La info del día 25 de octubre:
El Sol ha emitido su tercera llamarada solar en apenas 48 horas.

En concreto, se trata de una llamarada solar de clase X2.1. Poco antes se registró otra llamarada solar, en este caso clasificada como X1.7 y procedente de la mancha denominada AR 1882. En la madrugada del jueves 24 de octubre, apenas 48 horas antes, hubo otra erupción de clase M9.3, de menor intensidad.

La NASA recuerda que las llamaradas solares son poderosas explosiones de la radiación. A pesar de que sus efectos no resultan peligrosos para los seres humanos, cuando son lo suficientemente intensas sí son capaces de alterar los sistemas de comunicaciones e interrumpir durante algún tiempo (minutos o horas) las señales de radio.

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SISTEMA DE COMUNICACIONES

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No obstante, los incidentes hasta ahora han sido muy infrecuentes. En alguna ocasión, como medida de precaución, también se han desviado algunas rutas de vuelos comerciales cercanas al polo Norte para evitar interferencias con los sistemas de radio.

En la actualidad el Sol se encuentra en su máximo dentro de su ciclo, que los astrónomos han establecido en 11 años para estudiar su evolución. Por ello, precisa la NASA, este tipo de fenómenos son comunes y aumentan a medida que llega a su pico. La primera llamarada de clase X que ocurrió en el presente ciclo solar ocurrió en febrero de 2011. La más intensa ocurrió el 9 de agosto de 2011 y fue clasificada como X6.9.

El asteroide con agua

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UN NUEVO INDICIO DE VIDA EN PLANETAS FUERA DEL SISTEMA SOLAR

DETECTADO POR LOS TELESCOPIOS HUBBLE Y KECK

La posibilidad de que la vida exista en otros planetas, e incluso sea un fenómeno muy común en el Universo, es una hipótesis que va ganando cada día más peso. Un equipo de astrofísicos del Instituto de Astronomía de Cambridge ha descubierto fragmentos de un asteroide con enormes cantidades de agua en la órbita de una enana blanca (el cuerpo celeste en el que se convierte una estrella a punto de morir). Se trata de la primera vez que se halla agua, el ingrediente fundamental para la vida, en un cuerpo rocoso fuera de nuestro Sistema Solar.

Los resultados, obtenidos con el telescopio espacial Hubble y el Keck de Hawái, son sorprendentes: el asteroide posee una composición de masa de agua del 26%, frente a la exigua cifra terrestre de 0.023%. Las cantidades de oxígeno también son más que notables, de 26% a 28%, que podría provenir del agua.

Todos los planetas rocosos se forman por la acumulación de asteroides, creciendo hasta su tamaño completo, por lo que los asteroides se consideran los «ladrillos» con los que se forman los planetas. «El hallazgo de agua en un asteroide de gran tamaño significa que los bloques de construcción de planetas habitables existían, y tal vez todavía existen, en el sistema de la estrella GD 61, y es probable que también en torno a un gran número de estrellas madre similares», explica el autor principal Jay Farihi.

«Estos componentes ricos en agua y los planetas terrestres que construyen pueden, de hecho, ser comunes, pues un sistema no puede crear objetos tan grandes como los asteroides y evitar la construcción de planetas. GD 61 tenía los ingredientes para ofrecer un montón de agua a sus superficies», subrayó dijo Farihi. «Nuestros resultados demuestran que definitivamente había posibilidad de que existieran planetas habitables en este sistema», agregó.

La importancia de este descubrimiento, publicado en la revista ‘Science’, radica en que se dispone de una evidencia real y no fruto de predicciones a partir de datos. El hallazgo de agua en una superficie rocosa -a diferencia de la encontrada en planetas gaseosos, como Júpiter- aporta más pruebas sobre dos teorías que cada vez están cobrando más fuerza en el mundo de la Astronomía. La primera es la que defiende que la vida en la Tierra tuvo un origen extraterrestre, es decir, que todos los elementos necesarios para la habitabilidad llegaron a bordo de los asteroides que aterrizaban en su superficie.

La segunda es la posibilidad de que haya vida en otros planetas. «El hecho de encontrar agua en un objeto rocoso como éste, un gran asteroide o quizás un exoplaneta enano, unido a los resultados del estudio del material orgánico extraterrestre, nos sugiere que la vida puede ser un fenómeno generalizado en el universo», explica Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional.

«Confirma la idea de que el agua es ubicua en sistemas planetarios y en todo tipo de cuerpos, gaseosos o rocosos», añade. Una afirmación que comparte Farihi: «Nuestros resultados demuestran que existía la posibilidad de habitabilidad en estos exoplanetas».